La lombricultura abona el futuro del campo español [Enlace Noticia ABC]
La lombricultura o vermicultura es la cría y producción de lombrices para tratar residuos biológicos orgánicos y reciclarlos como abono al que se llama humus de lombriz o vermicompost. Eficiente, ecológico y sostenible, pero no nuevo. Los antiguos egipcios ya sabían que las lombrices ‘ayudaban’ a la fertilidad del Valle del Nilo. Aristóteles las llamó «los intestinos de la tierra». Y Darwin escribió el libro «La formación de la tierra vegetal por acción de las lombrices, con observación de sus hábitos». Fue en EE.UU, en los años 40, cuando comenzó la cría con fines económicos. «El vermicompost se caracteriza por una mayor concentración de nutrientes y mayor carga microbiana. Las lombrices digieren la materia orgánica fresca y la mineralizan, la convierten en inorgánica, que es como necesitan las plantas que estén los nutrientes», explica Raúl Ortega, doctor de Edafología y Química Agrícola del Departamento de Agronomía de la Universidad de Almería.
En todo el mundo existen 8.000 tipos de lombrices, pero en vermicompostaje se usan dos especies denominadas «lombriz roja californiana»: la Eisenia Foetida y la Eisenia Andrei. «En Vermiduero utilizamos la Eisenia Andrei, aunque en la práctica están mezcladas», afirma Nazaret Aparicio, cofundadora de esta compañía junto a su pareja Samuel Sanz, geógrafo. Herrero dice que, a pesar del nombre ‘californiana’, es euroasiática. «Es una lombriz que siempre ha vivido en los bosques de Europa. Una se convierte en 1.500 en un año», añade. Vermiduero está en Roa (Burgos). «Empezamos a dar forma al proyecto al final de 2016. Comercializamos desde el año pasado. Todavía estamos en fase de expansión y nuestra producción es de 600 toneladas anuales», comenta Aparicio. En sus instalaciones usan estiércol equino de una yeguada cercana.
El marco regulatorio presenta dificultades. Por eso hay que tener en cuenta distintos reglamentos antes de solicitar permisos. Herrero sostiene que las administraciones hablan de sostenibilidad y ecología, pero luego la realidad es diferente. Le avala haber montado 50 explotaciones: «Es mucho más fácil hacer una piscina con plutonio que tener una explotación de lombricultura. Cuando pides una licencia hay muchos problemas y dificultades». Aparicio apunta que «el producto está catalogado como una enmienda orgánica, no llega a ser considerado un fertilizante».
Otra de sus ventajas es que una tonelada de humus equivale a 12 toneladas de estiércol vacuno y a 4 toneladas de compost. Además, el humus de lombriz se presenta como seria alternativa a los fertilizantes químicos, en continua escalada de precios. Para Aparicio, se trata de productos diferentes: «Resulta más fácil comparar el humus con otros productos orgánicos como el estiércol o el compost. El encarecimiento de los fertilizantes químicos favorece que la gente se interese por el humus de lombriz».
Cambio de mentalidad
Según Ortega, «si se realiza una gestión integrada desde un punto de vista ecológico, puede ser una opción suficiente y resolutiva». Herrero cree que se trata de un asunto de mentalidad: «Nuestros productos funcionan mejor que los fertilizantes químicos. Cuesta cambiar la forma de actuar en la agricultura, que tiene muchísima inercia, pero está habiendo una explosión».La Universidad de Almería ha testado el humus de lombriz de Nostoc en el cultivo intensivo de la provincia. «Inicialmente lo probamos con pimientos en un invernadero. Conseguimos unos resultados bastante notables en cuanto a calidad y producción», informa Ortega. El grupo de investigación RNM 934 (“Agronomía y Medio Ambiente”) de la Universidad de Almería también trabaja en proyectos relacionados con la restauración de suelos degradados, suelos que fueron típicamente agrícolas, como los cortijos abandonados hace décadas, que tenían una zona alrededor donde realizaban cultivo de subsistencia. «Uno de los productos utilizados para esa recuperación es el vermicompost -explica Ortega-. Estamos obteniendo resultados muy interesantes».